Un escaparate para los nuestros

En tiempos de la oprobiosa, y quizá por ese sueño irreal de autarquía del franquismo, sólo se permitía a un par de jugadores extranjeros actuar en la Liga de baloncesto, pero les estaba vetada la participación en la entonces llamada Copa del Generalísimo, reservada para el glorioso producto nacional. Así nos encontrábamos con un Real Madrid finalista de la Copa de Europa que en la siguiente edición copera nacional tenía que colocar en su quinteto titular a un pívot valeroso pero minúsculo para el puesto como era Miguel 'Che' González: ¡1,90! Es lo que había hace medio siglo, cuando los españoles éramos proverbialmente bajitos, cetrinos y con cara de mal humor.

La ausencia de figuras americanas contribuía a menudo a igualar más las fuerzas en la Copa y daba alguna posibilidad al Aismalíbar, al Hesperia o al Náutico de Tenerife, lo cual era notable en una época en la que el dominio de tres o cuatro equipos ricos era -en contra de lo que muchos piensan- más claro todavía que hoy. Y, en cambio, los logros coperos alcanzados pese a la ausencia de un Wayne Hightower, un Cliff Luyk o un Bob Burgess eran particularmente apreciados y recordados por la afición del Real Madrid. Y no digamos el año en que la final se jugó también sin su mayor estrella autóctona de entonces, Emiliano Rodríguez, que se había lesionado, pese a lo cual se logró el título porque hizo un partido sensacional su suplente, Julio Descartín, maravilloso alero que, en aquellos tiempos en que las rotaciones de Pedro Ferrándiz eran prácticamente inexistentes, nunca tuvo suficientes minutos en cancha como para hacerse un nombre.

¿Qué queda de aquella tradición? Nada desde el punto de vista reglamentario, pero algo en la competición real. Acompañando al boom de nuestro baloncesto, desde el año 2000 ocho jugadores más valiosos de la fase final han sido españoles, a menudo tan inesperados como Jordi Trías -¡qué pocas oportunidades ha vuelto a tener este chico en su carrera!- en 2007 o Sergio Llull el año pasado.

El escaparate, de volver a presentarse a partir de hoy en Vitoria, no sólo sería un aliciente más para las aficiones presentes y las televidentes, sino que le vendría pintiparado a Juan Antonio Orenga, nuestro nuevo seleccionador nacional, que debe afrontar un Eurobasket-trampa este verano y anda el hombre en un suspiro constante ante las ausencias anunciadas, las probables y las que los acontecimientos de última hora -esa muy inquietante lesión de Pau Gasol en Brooklyn- convierten ya en prácticamente seguras. Es el momento de dar el do de pecho, chicos...